martes, 2 de octubre de 2012

El tacto



El sentido del tacto es aquel que permite a los organismos percibir cualidades de los objetos y medios como la presión, temperatura, aspereza o suavidad, dureza, etc.
El sentido del tacto se halla principalmente en la piel, órgano en el que se encuentran diferentes clases de receptores nerviosos que se encargan de transformar los distintos tipos de estímulos del exterior en información susceptible de ser interpretada por el cerebro. La piel consta de tres capas; una exterior: epidermis, y dos internas, dermis e hipodermis.

Epidermis: Esta constituida por un tejido epitelial. Está formada por células muertas plegadas, denominadas melanina que es el pigmento que da color a la piel.

Dermis: Tejido conjuntivo. Está formado por dos glándulas, las glándulas sebáceas y las sudorípedas.

Hipodermis: Está compuesta por tejido conjuntivo laxo, uniendo de manera poco firme la dermis con los órganos subyacentes y está formada por una capa variable de tejido adiposo con una función de aislamiento, que permite que la piel se modifique y proteja contra la pérdida de calor y traumatismos superficiales.



La piel

Como órgano de protección, la piel ejerce una protección mecánica frente a los agentes externos, como son los traumatismos ligeros. Asimismo la piel es un órgano de protección antimicrobiana, gracias a su acidez fisiológica, que asegura una relativa esterilidad porque impide la proliferación de gérmenes patógenos en su superficie. La piel nos protege contra el frió y el sudor y desempeña un papel importante en la regulación térmica ante aumentos de temperatura. La piel es, también un protector contra las radiaciones lumínicas y contra agentes químicos.




Hay cinco sensaciones cutáneas: el tacto, la presión, el dolor, el calor y el frío. La piel cuenta con diversos receptores nerviosos, que son capaces de detectar los diferentes estímulos sensoriales.

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